Finalizamos con algunas, de las muchas instrucciones para lograr ser “Feliz con mi pareja”:
8. Hacernos responsables de nuestras decisiones y acciones.
Evangelio de San Mateo 5:37; Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.
Piensa muy bien la respuesta que vas a dar a tú pareja, tú si y tú no; mejor aún, determina muy bien tus acciones; recuerda que son opciones que pueden hacer que las cosas tomen un rumbo diferente, además con la opción firme, muestras seriedad y madurez, para la relación.
9. Desarrolla tu potencial.
1 Pedro 3:1-5; Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de DIOS. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en DIOS, estando sujetas a sus maridos;
El ocuparnos de nuestro atavío interno nos lleva a dar mayor valor a todo el potencial que podemos desarrollar para bendecir nuestra pareja. Todas tenemos un potencial para crear, innovar y cumplir objetivos personales y con nuestra pareja. Debemos ser creativas, siendo conscientes del gran potencial que tenemos. Cada una de nosotras posee talentos naturales, heredados y adquiridos, y además nacemos con un llamado Ministerial y por el ESPIRITU SANTO fluimos en dones espirituales, que se van manifestando a medida que avanzamos día a día, y así podremos ser esas ayudas que conquistan y fortalecen la relación de pareja.
10. Has con tú pareja, que cada día sea una experiencia única,
Eclesiastés 9:10; Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.
Vive y disfruta cada día, sabiendo que cada día traerá consigo su propio afán. Los días que se viven sin salir de la rutina, llevan a la costumbre para ambos y no es sano para la relación. Hay que aprender a arriesgar, porque arriesgar implica liberarse de muchos temores que acarreamos, darle paso a la creatividad, con actividades diversas, permitirnos compartir tiempos nuevos de calidad, una velada romántica, juegos de mesa, buenas películas, etc.
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