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Tema #14 La Confrontación

Actualizado: 13 jul 2020

La Confrontación es la acción de poner una persona frente a otra para averiguar la verdad o falsedad sobre alguna situación en particular.


En la Academia de Maestros aprendemos, que con la confrontación no se trata de revelar las debilidades personales de nadie, ya que se trata es de buscar las debilidades, encontrar obstáculos e identificar todos aquellos sentimientos y acciones que le producen a la persona malestar y frustración, con el único propósito que le llegue su mejoramiento personal.


Por naturaleza, la mayoría de nosotros prefiere una vida tranquila y sin pleitos. No queremos que nadie nos acuse de ser pendencieros; pero tenemos el ejemplo de nuestro Señor JESUCRISTO, ÉL mismo se describió a sí mismo como "apacible y humilde de corazón" (San Mateo 11:29), y sin embargo, echó a los cambistas y los vendedores de animales del templo a la fuerza. Enfrentó a los fariseos de una forma directa. Dijo claramente a los saduceos que estaban en error, pues no conocían ni las Escrituras ni el poder de DIOS.

La apacibilidad y la humildad no significan que jamás confrontaremos el error de otros, ya que la madurez se ve precisamente en saber cuándo y cómo confrontar a otra persona. La confrontación puede volverse ocasión de estorbo cuando nace de motivos egoístas o expresa el deseo de controlar a la persona.


Una confrontación que tuvo lugar entre dos grandes figuras de la fundación de la Iglesia, los Apóstoles Pedro y Pablo. Estudiemos la base doctrinal de la controversia y las lecciones prácticas que podemos sacar de ella.


Leemos Gálatas 2:11-21

Aquí el Apóstol Pablo nos cuenta un enfrentamiento que tuvo lugar entre él y Pedro cuando éste vino a Antioquia, la ciudad donde se encontraba la iglesia en que Pablo sirvió por muchos años, donde por primera vez se dio el nombre de "cristianos" a los seguidores de CRISTO, la iglesia que fue líder en la integración de judíos y gentiles en un pueblo de DIOS.

Pedro, líder entre los apóstoles y predicador del sermón del día de Pentecostés, tuvo sus fallas.


Las razones por las que Pablo no confrontó a Pedro. No fue porque se sintió personalmente ofendido. Pedro no había hecho nada para que Pablo se sintiera atacado o amenazado personalmente.

Muchas veces surgen enfrentamientos entre personas que nacen de lo personal. Puede ser una especie de venganza, puede ser una forma de defensa propia, por sentir que lo pisotearon o muchas otras cosas. Ninguna de esas cosas sucedía aquí. Pablo no confrontó a Pedro porque se sentía personalmente atacado. Tampoco lo hizo para desacreditarlo públicamente y así tomar su posición; Pablo de ninguna forma pretendía ocupar el lugar que ocupaba Pedro dentro de la iglesia.

El punto doctrinal de la confrontación, es que Pedro estaba negando prácticamente, con sus acciones, lo que Pablo había enseñado y dado testimonio. Estaba impugnando la verdad del evangelio que lo había salvado.

Antes de que llegaran ciertos representantes de Jacobo, el líder de la iglesia de Jerusalén y medio hermano de nuestro Señor Jesús, Pedro compartía la comida con los gentiles. Esto nos podría parecer poca cosa, pero los judíos eran muy estrictos en evitar el contacto con los gentiles, pues pensaban que podrían contaminarse.

Pedro, sin embargo, había sido mostrado por Dios que estas costumbres ya no tenían ninguna base. Por medio de una visión, había entendido que Dios había declarado limpios a los gentiles también con base a la fe.

Cuando Pedro se doblegó ante la presión de estos cristianos judíos, entonces, y regresó a la vieja costumbre de separarse de los gentiles, en efecto estaba negando la suficiencia de Cristo. Con sus acciones estaba declarando que la fe en Cristo no era suficiente para salvar a una persona. Estaba dando a entender que los cristianos gentiles eran, de alguna forma, ciudadanos de segunda clase en el Reino de Dios.

La hipocresía de Pedro, al actuar de una forma cuando él muy bien sabía que no era correcta, y su responsabilidad como líder de la iglesia fueron las cosas que llevaron a Pablo a enfrentarlo públicamente y declarar la verdad de que Cristo es la única fuente de la salvación. Ningún rito, ninguna costumbre religiosa, ninguna reliquia de la ley antigua nos puede hacer aceptables ante Dios. Sólo la fe en Cristo lo puede hacer.

No hay otro que nos salve. Sólo Cristo pagó la pena de nuestros pecados en la cruz. Sólo podemos recibir el perdón de Dios si ponemos toda nuestra confianza en lo que Cristo hizo por nosotros. Nada más nos puede salvar.

Esta gran verdad es la razón por la que Pablo se enfrentó a Pedro. Si aún no has dado a Cristo el control de tu vida, no esperes más. Entrégale hoy tu corazón. El te salvará, te perdonará y te dará nueva vida.

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